Cosas: El equilibrista

La primera consecuencia post-navideña (post de después, no de escrito en el blog) es que Papá Noel me ha traído equilibrio. Y eso que no se lo había pedido… ¿Si no, cómo he podido patinar sobre hielo a lo largo de media hora sin caerme ni una vez? Ni yo mismo me lo creo...

Después de la experiencia del 'toro maldito' y de pasar de incógnito por Port Aventura, ¡Me he vuelto aventurero gracias a Papá Noel! Aunque, bien pensado, un día bueno lo puede tener cualquiera… Y como que no me gustan demasiado las ‘tradiciones yankees’ pensaré que ha sido cuestión de suerte. Será mejor que inmortalice mis 30 minutos de gloria y no vuelva a arriesgarme. En caso contrario, podría acabar en el suelo, mojado y con contusiones varias.

Hablando de equilibrio me ha venido a la cabeza la historia de Paul, que se pasó media vida buscando el suyo, físico y mental. El hecho de ser muy perfeccionista le ayudaba unas veces, le perjudicaba otras. Siempre exigía mucho a los demás, pero también a sí mismo. Un día se dio cuenta de que no podía más, de que vivía por y para el trabajo. Fue cuando se percató de que rendía igual, o todavía más, sin ser perfecto, sin pedir a los otros que también lo fueran. Se había sacado la ‘mochila’ de ansiedad que siempre había llevado encima… ¡Y no había ocurrido nada! Paul había aprendido que él también podía equivocarse, como cualquier otro, y que la tierra seguía rodando.

“Sé que es duro caer cuando no existe la red. Si caigo caeré de pie o mejor levitaré. Nadie me oirá gritar y no será un mal sueño. Reiré colgado del techo, reiré colgado del miedo. Reiré colgado del tiempo, equilibrista en los cuerpos”. Lo cantaban ‘Tahures Zurdos” y estoy totalmente de acuerdo. Caer para volverse a levantar. De los cobardes no hay nadie escrito. Intentaré recordarlo a lo largo del 2008. Feliz año a todas y todos.