Cosas: Noche de Reyes

Noche de Reyes. Noche de magia. Noche de nervios. Noche de locura. Noche de regalos, aunque por desgracia éstos no lleguen a todas las casas. Noche de niños. Noche de padres. ¿Noche de mentiras piadosas? En mi caso, se acaban… porque los niños cada vez son más listos. Habrá que readaptarse, como cuando yo descubrí lo que, tarde o temprano, acabamos descubriendo todos. No hay marcha atrás.

Recuerdo una noche, de Reyes, como no, en la que me desperté y fui sigilosamente hacia el comedor. Entreabrí la puerta y, medio agazapado, eché una mirada de reconocimiento. Quería saber si Melchor, Gaspar y Baltasar se habían acordado de mí. Me pegué un susto de muerte. En apenas un par de segundos, volvía a estar en la cama, tapado hasta la cabeza. Uno de los Reyes se había quedado en mi casa. ¡Qué miedo, madre mía! Ya de mañana, mis padres me tuvieron que sacar de mi habitación a la fuerza. ¡Cómo tenemos que decírtelo; los Reyes se han ido! Creénos Jordi.

Me puse la bata y las zapatillas a regañadientes y, sin tenerlo demasiado claro, empecé a andar detrás de mis padres. ¡Menudo chasco cuando llegué al comedor! El Rey que creía que todavía permanecía en mi casa no era tal. Era el cabezudo de la foto, que estaba puesto encima de un pijama relleno de papeles, para que el regalo tuviera más volumen. Todo junto era como un señor pequeño. Todavía lo guardo aunque, mirándolo bien… ¡Qué feo que es, por Dios’. Espero que los Reyes también se acuerden de los bloggers. Besos a todas y a todos; y a dormir pronto…