Paranoia 68: Espalda mojada

Hoy escribiré sobre Carlos, un ‘espalda mojada’. Aunque, por suerte, él vive en su país. No se trata de uno de esos trabajadores que llegan ilegalmente a los Estados Unidos. De hecho, ‘espalda mojada’ no deja de ser un título; una manera curiosa de bautizar una divertida anécdota. Al menos, a mí me lo parece.

Dos de la madrugada. Un día (o una noche, mejor) como otra cualquiera. En una casa cualquiera (que no de un cualquiera). Todo el mundo estaba durmiendo, pero de pronto se oye una voz de preocupación que rompe el silencio... ¡Menudo corte!

-¡Mamá la cama está mojada!

La madre no entiende nada. Tiene dos hijos, pero los dos son bastante grandes.

-¡Mamá que mi cama está mojada!

La madre se levanta como puede y se va a la habitación de su hijo mayor, de unos 8 ó 9 años. La cama está deshecha, pero no mojada. Y Carlos no está. ¿Lo han abducido los extraterrestres? ¿La Madre llega demasiado tarde? Si es así no se lo perdonaría nunca en la vida... ¡Tiene que encontrarlo!

-¡MAMÁ, MAMÁ (ya a grito pelado) ¡Te digo que la cama está mojada!

La mujer, que ya no sabe si está despierta o vive una terrible pesadilla, va buscando a Carlos por todas las habitaciones; eso sí, intentado no hacer demasiado ruido.

-Carlos, ¿Qué haces aquí?

Ya lo ha encontrado. Ni extraterrestres ni políticos desesperados en busca de votos. Carlos está durmiendo en la bañera, acurrucadito, con almohada y sábana incluidas.

La noche anterior todos se habían duchado (vaya, como cada día) y el fondo de la bañera todavía estaba húmedo. Ya no había dudas. La madre de Carlos estaba despierta. El que dormía como un lirón careto era su hijo, que se había ido de su habitación al baño en un estado sonámbulo.

-¿Cómo no vas a estar mojado si estás durmiendo en la bañera?

Venga, despierta y a la cama, ya está bien por esta noche. Mañana hay que ir trabajar. Y tú, a esdudiar, está claro.

¿Que si conozco a Carlos? ¡Pues mucho más de lo que os pensais!