dimarts, de maig 09, 2023

El sepulturero y la tierra negra (Oliver Pötzsch)

Elegante, sobria y muy bien documentada. "El sepulturero y la tierra negra" es igual de fascinante que "El libro del sepulturero", con la que el alemán Oliver Pötzsch (Munic, 1970) empezaba esta adictiva serie de novela negra histórica. Seguro que tendrá continuidad. La traducción al castellano es de Héctor Piquer Minguijón. Tiene 523 páginas y está publicada por la editorial Planeta. El autor coloca la acción en la ciudad de Viena, en el año 1894.

En esta nueva historia, Pötzsch vuelve a reflexionar sobre los inicios de la criminalística, cuando las huellas dactilares, el análisis forense de la sangre y la fotografías de la escena del crimen eran muy embrionarias, casi inexistentes. El inspector Leopold von Herzfeldt intenta aportar un poco de aire nuevo, pero sus superiores, con el antisemita Paul Leinkirchner a la cabeza, no quieren renunciar a sus rudimentarios métodos habituales. Hay varios casos complicados encima de la mesa. En uno de ellos, parece pender una terrible maldición egipcia. De los cuatro miembros de la última expedición a la Tierra Negra, tres han fallecido en extrañas circunstancias... También hay que atrapar al 'Fantasma', un misterioso hombre que mata a jóvenes prostitutos y después los castra.

Por suerte, Von Herzfeldt cuenta con la ayuda de Julia Wolf, que está haciendo las labores de fotógrafa, y del grandullón Augustin Rothmayer, el sepulturero del cementerio central. Esta vez se encuentra escribiendo el libro titulado "De ritos funerarios y cultura popular". Pötzsch empieza la mayoría de capítulos con fragmentos del mismo. Hizo algo similar en la primera parte. "El sepulturero y la tierra negra" es trepidante, con mucho suspense y cien por cien visual. Es fácil imaginarse la serie o la película. Todo pasa porque tiene sentido, sin forzar la situación, con lógica. La ambientación de Viena, moderna y a la vez asediada por la pobreza, también es espectacular. Mención especial a la Gorda Eli, la propietaria del burdel Dragón Azul, que siempre cuida de Julia y de su hija Sisi.

"Leo le había regalado la cámara y comprado el laboratorio de revelado. También había sido él quien le había conseguido el puesto de fotógrafa forense después de haber trabajado como telefonista en la Jefatura de Policía. Siempre había sido muy generoso con ella, en parte porque podía permitírselo. Leo percibía periódicamente una paga de su madre desde Graz. Vestía con trajes elegantes y le gustaba llevar a Julia a comer a restaurantes buenos y caros. En dos ocasiones le había invitado a la ópera en el Ring, para lo cual ella había tomado prestado del burdel un bonito vestido..."

@Jordi_Sanuy

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