
Sí, pero no. Gran inicio, gran final y, sobre todo, un grandísimo José Coronado. En medio, buenas intenciones y una trama, para mi gusto, demasiado complicada. No queda claro si algunas cosas pasan por casualidad o están premeditadas. Me refiero a 'No habrá paz para los malvados', la última película de Enrique Urbizu, padre de 'La caja 507' (2002).
Coronado da vida a Santos Trinidad, un inspector de policía que se alimenta a base de cubalibres de ron. Se los bebe a todas horas, como si fuera agua. Una noche, ya muy borracho, se ve implicado en un triple asesinato. Coronado, que asegura que su papel de 'eterno galán' ha hecho mucho daño a su carrera, nos regala un personaje de los que dejan huella. Su Santos Tinidad (me encanta el nombre) está a la altura del Malamadre de Luis Tosar en 'Celda 211' (2009).
La fuerza del personaje de Coronado, corrupto y justo a la vez, contrasta con la superficialidad del resto de los protagonistas. Entre ellos, destaca el de la jueza Chacón, interpretada por Helena Miquel, y el de Leiva, un policía excompañero de Santos Trinidad, al que da vida Juanjo Artero. Por muy bien que lo haga, y sé que no es justo, Artero nunca me parece creíble. Lo veo y empiezo a pensar en 'Verano azul'. Es inevitable. Por cierto, Miquel, que tampoco me ha convencido, es la cantante de los grupos Élena y Delafé y las flores azules. Por culpa de todos estos personajes secundarios, en algún momento he tenido la sensación de estar viendo un telefilme.
La acción se desarrolla por una doble vía. Por un lado, Santos Trinidad persigue al testigo que le vio actuando en el night club, el día del triple homicidio. Del otro, la juez Chacón intenta descubrir al asesino. Pronto se dará cuenta de que lo que parecía un simple ajuste de cuentas entre traficantes de drogas es algo bastante más peligroso. La escena final -muy abierta- es espectacular, como la primera. Momentos de cine de muchos quilates. La lástima es que el resto no siempre acompañe. Como cantaba Siniestro Total, "sólo los estúpidos tienen la conciencia tranquila".
'EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA BLANCA'

Kawakami nos habla de Tsukiko. Tiene 38 años y lleva una vida solitaria. No ha tenido suerte en el amor. Un día, por casualidad, coincide con su viejo maestro de japonés en una taberna. Desde que su mujer le abandonó, él también se encuentra muy solo. Es en este momento cuando empieza una relación diferente, compartiendo comida, bebida y soledad. A primera vista, la diferencia de edad parece insalvable, pero el acercamiento entre ambos es tan lento como seguro.
'El cielo es azul, la tierra blanca' es una historia de amor preciosa, íntima, tierna y con mucha profundidad. Acabas de leer el libro y sientes la necesidad de volver a empezarlo. Está escrito con un estilo sensual y sin complejos. Altamente recomendable.
"A mí nunca me han gustado las cosas ácidas, pero mi mujer insistía en que las rodajas de limón con miel no podían faltar en una excursión, así que me las comía sin rechistar. Si hubiera protestado ella no se habría enfadado, pero los pequeños disgustos se van acumulando. Del mismo modo que una pequeña ola puede desencadenar un tsunami en la otra punta del océano, una tontería puede provocar una discusión en el momento más inesperado. Forma parte del matrimonio".
Buena semana a todas y a todos.