dimarts, d’octubre 09, 2007

Comentari: 'Brother' (***)


El pez grande se come al más pequeño

2000 / Japó / 114 minutos / Thriller / Director: Takeshi Kitano / Intérpretes: Beat Takeshi (Takeshi Kitano), Omar Epps, Claude Maki, Masaya Kato, Susumu Terajima, Royale Watkins, Lombardo Boyar / Un gángster yakuza, cuyo jefe es asesinado en una guerra de bandas en Tokyo, se marcha a los Estados Unidos en busca de su hermano. Se niega a incorporarse a la banda ganadora, como hacen muchos de sus compañeros. En Los Ángeles entra en un lucha encarnizada para hacerse con el territorio de la droga del centro de la ciudad. La guerra no ha hecho más que empezar.

Kitano siempre interpreta al mismo personaje pero, aún y así, logra que todas sus películas sean diferentes. Él siempre se convierte en el yakuza fiel, capaz de morir por su jefe y de matar a quien sea si cree que la razón está de su parte. Siempre va vestido con polo blanco, americana negra y gafas de sol; unas gafas que le cuesta mucho sacarse. Siempre camina ‘desordenado’ (como consecuencia de un accidente que tuvo hace años) y siempre nos muestra su sonrisa más socarrona. En su última etapa, ha interpretado al mismo yakuza en 'Brother', en ‘Sonatine’ (1993) y en ‘El verano de Kikujiro’(1998), pero también le dio vida en algunas de sus primeras películas. Casi siempre muere, pero el genial director japonés siempre le ‘resucita’. Si todos sus personajes no son el mismo yakuza... ¡son hermanos clónicos!

‘Brother’ fue la primera película que Kitano rodó fuera de su país. Quizás es de las más violentas, ‘eléctrica’ diría yo. La acción y la sangre fluyen por todos sus planos. Alguien podría pensar que la violencia de las películas de Kitano es gratuíta, pero no estoy de acuerdo. Son guerras entre bandas criminales, entre lo peor de cada ‘casa’ y, lógicamente, el único idioma que entienden son el asesinato y la venganza. Pero Kitano sabe compensar el exceso de balas con escenas de una gran ternura, casi poéticas diría yo. Le salió bien en ‘El verano de Kikujiro’ (realmente encantadora) y está repitiendo la fórmula con asidiuidad.

Hay una escena muy graciosa, dentro de su crueldad, está claro. Después de cortarle el dedo a un traidor, uno de los colaboradores de Aniki (Kitano) le pregunta: ¿Qué le pasará ahora con un dedo menos? Pues que nunca más podrá nadar recto. Genial. Una vez más, la banda sonora es de una belleza sin límites. Es otro de sus ‘trucos’. Las imágenes pueden ser muy violentas, pero la música nos separa mínimamente de ellas. Son temas tranquilos, acompasados, temas que dan a la película un envoltorio un tanto mágico.

(El resto del comentario explica partes de la película)

El argumento de ‘Brother’ es muy sencillo. Aniki se va a los Estados Unidos para no perjudicar a su hermano, que se une a una banda enemiga después que ésta elimine a su jefe. Como muestra de fidelidad le piden que mate a Aniki, pero éste no es capaz de hacerlo. Le da dinero y lo manda a Los Ángeles. De esta manera, podrá decir que se lo ha asesinado. Cumple con una y otra parte.

En EEUU, Ainiki se une a su hermanastro, que es un camello de poca monta. Gracias a su experiencia como criminal en Japón, el negocio familiar crece como la espuma hasta transformarse en una ‘multinacional’ de las drogas que se apodera del centro de Los Ángeles. Al principio nadie les respeta pero, a golpe de pistola y de metralleta, van ganando fronteras... y enemigos. Al final, se topan con la mafia italiana, que les pide el cincuenta por ciento de todos sus beneficios. No aceptan y, como era de esperar, van cayendo como moscas del primero al último, uno detrás del otro. Como siempre, el pez grande se come al más pequeño. La violencia sólo genera violencia. Lo saben, pero no les importa.

Sólo sobrevive uno de los amigos de Aniki, que logra huir con todo el dinero. Él cree que la bolsa que lleva en el coche es la ropa de su jefe, pero es parte de lo que han ganado con la ‘guerra sucia’ a lo largo de los últimos meses. Una vez más, el personaje de Kitano se ‘suicida’. En ‘Brother’ rapta al jefe de la mafia. Podría matarlo, pero no lo hace. Le deja escapar y, poco después, sus secuaces lo ametrallan sin piedad a la puerta de un bar.

Un minuto antes estaba sentado departiendo con el camarero, a quien le da un fajo de billetes por los destrozos que se avecinan. El camarero le suelta una frase lapidaria: ‘Los japoneses sois inescrutables’. Así de claro.