
No me gustan las recepcionistas automáticas. Y digo recepcionistas porque todas las que conozco tienen voz de mujer. Si fueran recepcionistas masculinos, tampoco tendrían mi aprobación. No sé si son el futuro, pero no son el futuro que a mí me gusta. Quiero hablar con las personas que me ofrecen servicios, poder razonar cuando tengo un problema, encontrar soluciones a mi medida. Una máquina, por muy buen programada que esté, no me sirve. Ni me sirve ni me servirá. Por este motivo, me he dado de baja de Vodafone. Quiero un trato real, porque mi dinero también lo es.
El 10 de febrero tenía previsto estrenar móvil. De hecho, escribí un
post diciendo que lo había estrenado. Al final, no fue así. Me precipité en su publicación. Ja ja ja. Yo era cliente de ‘Vodafone’ desde tiempos inmemoriales, cuando la compañía todavía se llamaba ‘Airtel’. Se me estropeó el móvil y decidí comprarme otro, a través del programa de puntos. El Nokia que pedí salía por 35 euros. El día previsto, llegó al punto de entrega, pero me pedían el doble: 70 euros. Lógicamente, me negué a pagarlo y se lo llevaron.
Y aquí empieza el calvario de la deshumanicación de Vodafone. Tras esquivar a la recepcionista automática (que lo suyo me costó), la persona que me atendió me dijo que no podía hablar con el Departamento de Puntos. No reciben llamadas. Ni llamadas ni mensajes, porque intenté contestar alguno de los que me mandaron ellos y me ha sido imposible. El servicio no lo permite. Me enviaron varios sms diciendo que se pondrían en contacto conmigo... pero ha pasado un mes y seguimos igual. La recepcionista sólo podía registrar la incidencia. Nada más.
Yo creo que la recepcionista automática acabó aburriéndome, porque llamé un millón de veces. Cuando se me pone una cosa entre ceja y ceja, no hay quien me pare. Pero ni así, nadie ha dado la cara todavía. No hay ningún ‘jefe’ por encima de los telefonistas automáticos y de los que, por inercia, casi también lo son. Es imposible razonar con ellos. Con unos y con los otros.
Al final, pedí por el Departamento de Portabilidad y les dije que me iba a Movistar. Aquí me dieron otra 'sorpresa' inesperada. Según ellos, hace un año firmé un compromiso de permanencia que no acaba hasta junio. ¡Mentira y de las grandes! Quien cogió este compromiso fue mi padre, con el otro teléfono de la línea familiar que compartíamos a mi nombre. Intenté explicársello, pero me contestaron que su sistema es infalible.
Así que, harto de tanta incompetencia, me pasé a Movistar, bajo la amenaza de Vodafone de que me penalizarían con 100 euros si me iba antes de tiempo. Les dije que no pensaba pagarles ni un euro hasta que alguien me explique qué pasó con el teléfono y por qué me han tratado tan mal. Ayer también pedí la portabilidad del número de de mi padre que, según ellos, es el que no tiene contrato de permanencia. Él también está camino de Movistar. Y, claro, aquí empezaron a reaccionar... un poquito. Me ofrecieron un teléfono de tercera generación gratis, sin compromiso alguno (?), y un descuento de un 15% en la factura de los próximos seis meses.
Pero llegan tarde; yo sí que tengo principios. Ya estoy en Movistar y a mi padre poco le falta. No sé si en esta empresa me atenderán mejor o peor, pero yo me he quedado muy a gusto dándole un portazo a los de Vodafone por su incompetencia. Ya sé que soy unos más, o ahora uno menos (ja ja ja), pero me da igual. Quiero explicaciones, no regalos. A mí no se me convence tan fácilmente. Y repito: si alguien del Departamento de Puntos no se pone en contacto conmigo antes del día 20, la última factura la tendrán que ir a cobrar a Pernambuco. Palabra de blogger.
GRACIAS MARTA
Hoy estoy de enhorabuena.
Marta, de 'Cuentamicuento', ha decidido otorgarme el premio 'Calidez'. En su blog ha escrito que ha pensado en mí porque " siempre es estimulante visitarte, y aprecio mucho tus comentarios en mi blog". Pues muchas gracias, Marta. Te lo digo de corazón. Tu premio va directamente a mi estantería virtual. Un beso.
ESTA ES MI PULSERA
En el último MEME os explicaba que sólo hay una cosa que no me quito nunca, una pulsera que llevo en la mano izquierda y, que de alguna manera, me tiene 'conectado' al mar. En uno de los comentarios, mi amiga cibernética
Noemí, una de las grandes 'reinas' de la blogosfera, me pedía que os la enseñara. Pues es ésta. Un secreto menos. Ja ja ja. Hasta pronto.