
Tengo unos tíos que siempre han destacado por su originalidad, ¿Quizás porque tenían una fábrica de muñecas? ¿Es ese espíritu de Peter Pan del que muchas veces hablo? Físicamente yo me parezco bastante a mi tío: más bien alto, más bien delgado y más bien rubio. Ellos siempre han pasado de las modas, de las tradiciones e incluso de las fechas. Son 'auténticos', como se dice ahora.
Hace un tiempo, fui a comer a su casa en pleno mes de agosto. En el comedor había el árbol de Navidad, muy bien decorado, y un montón de regalos a su alrededor. Se avanzaron más que la madre de Noemí, que ya es decir. Y es que mis tíos celebran las cosas cuando les da la gana, cuando más ganas tienen de hacerlo. Son capaces de bendecir la palma en diciembre o de comer castañas y panellets en marzo. No lo hacen para llamar la atención, ellos son así.
¿Por qué digo todo esto? Pues porque creo que el consumismo nos está haciendo mucho daño. Llega la Navidad y todo sube, pero nosotros seguimos comprando... ¿Compulsivamente? Tenemos que hacer colas, pagarlo todo más caro y regalar ‘porque toca’. Regalar es muy bonito, claro que sí, pero cuando uno quiere. Tener que hacerlo obligatoriamente por Navidad (sobretodo si no hay niños) es un poco ‘rollo’. Seguro que muchos de los obsequios que se entregan en estas fechas no sirven para nada: corbatas, colonias y cositas de decoración que quizás ni siquiera lleguen a salir de de sus cajas.
¿Que cuando celebro yo la Navidad? El 25 de diciembre, como todo el mundo. Mi hijo manda. Lo que he escrito hasta hora no deja de ser un pensamiento profundo o una tontería, porque no... pero es lo que pienso en este momento. Además me ha servido para hablar de mis tíos, a los que quiero mucho. Ellos siempre han ido a la suya y eso me parece fenomenal. Navidad en agosto, en bañador, al lado de la piscina. ¡Qué sensación más agradable! Mmm... Buen fin de semana a todos y a todas.