Paranoia 68: 'The Hulk' y las luces de Navidad

Hasta hace un par o tres de años, mis padres tenían una pequeña librería-papelería. Sí, KIOSKERA, ya sabes que hubo un tiempo en el que compartimos ‘profesión’. Cuando más trabajo había, yo ayudaba a mi familia en lo que podía y sabía. La fechas ‘estrella’ del negocio eran Sant Jordi, el inicio de la temporada escolar y la Navidad. Anécdotas tengo muchas, cómo no. Eso es lo que tiene trabajar de cara al público. A lo largo de los años me llegaron a pedir cosas inverosímiles: cuchillas de afeitar, escobas, pañales, en definitiva, miles de objetos que yo NUNCA habría ido a buscar a una librería, pero bueno... Dicen que hay de todo en la viña del señor.

La anécdota que quiero contar hoy, un tanto cerdícola, ya aviso de antemano, no la olvidaré nunca. Después de unos cuantos post serios, tenía ganas de escribir algo gracioso. Espero no pasarme de la raya. Ja ja ja. Un día vino una vecina a comprar unas luces para decorar su arbolito de Navidad. Le enseñé varios modelos... Ella los coge, los mira, me pregunta precios y se decide por uno en concreto. Hasta aquí todo normal. Con la mano derecha alzada, como si sostuviera un ramo de flores, me mira con seguridad y me dice: “ya lo tengo, me quedo con éste”.

(El resto del post puede herir la sensibilidad del lector)

Cuando iba a envolverle las lucecitas ví que llevaban un 'regalito' adicional. No quiero ser demasiado explícito. Sólo os diré que parecía Blandi Blub y que era fruto de un estornudo incontrolado. Mis padres me enseñaron que, en caso de estornudar públicamente, me pusiera la mano delante de la boca y después pidiera perdón. ¡Y prometo que lo hice! Ese día, o tenía la mano agujereada o 'The Hulk' (verde que te quiero verde) se marcó más regates que Ronaldinho en sus buenos tiempos.

Yo me había dado cuenta de mi 'pérdida', pero al final me cansé de buscar. 'Lost' y bien 'lost', pensé. Pero en el momento menos oportuno, volvió a aparecer, adornando las luces de mi clienta. Sé disimular poco, lo reconozco. Así que cuando la chica vio la cara que puse, giró la cabeza intuitivamente hacia las luces que estaba a punto de comprar y se quedó blanca... Así que, antes de que abriera la boca, se las cogí de la mano y le dije convencido: “voy a cambiártelas, que estas tienen algo extraño. Caray con el distribuidor. Me va a oir esta tarde”.

Envolví las luces 'buenas', puse a ‘The Hulk’ a buen recaudo y le hice un poquito de descuento a la chica. ¿Era lo que se merecía, no? ¡¡¡Bufff!!! Qué mal lo pasé, os lo aseguro. En mi casa, todavía hoy, quizás veinte años después (o más), sigue recordándose el episodio como si se hubiera producido ayer mismo. Eso sí que era la ‘Amenaza Fantasma’ y no el episodio I de Star Wars. Ja ja ja. Buena semana a todas y a todos.