Cosas: ¿Os doy los buenos días?

Me viene a la cabeza una pregunta. Eso de pensar a veces tiene estas cosas. ¿A las personas que trabajan en la recepción de una gran empresa les gusta que les den los buenos días? Puede parecer una pregunta inútil; y quizás hasta lo es, pero tiene su parte de lógica... aunque sea pequeña, vale. A ver. Caso práctico. En la Tele hay dos mil cien trabajadores. Nunca estamos todos a la vez; es verdad pero, aún y así, siempre somos muchos. Los necesarios, que quede claro, no sea que alguien malinterprete este post y haga limpieza. ¡¡¡Nooo!!!

En la recepción, también llamada ‘punto de acceso’ hay tres personas. Si los trabajadores llegan escalonadamente no pasa nada, pero a veces entran a manadas. Y digo ‘’entran’ porque a las seis de la mañana, que es cuando yo ‘ficho’, la afluencia está bastante controlada, por decirlo de alguna manera. A lo que íbamos. ¿Las personas de la recepción quieren que les demos los buenos días? Puedo preguntárselo, ya lo sé, pero entonces este post ya no tendría ningún sentido. Y aún y así no sé si lo tiene... Si entran doscientos trabajadores a la vez y todos son educados (que tampoco es el caso) tienen que contestar doscientas veces seguidas.

¿Saludar puede considerarse parte de su trabajo? ¿Les gusta que les digan hola cuando entramos y salimos? ¿O preferirían poder concentrarse en hacer otras cosas? ¿Por qué pueden compaginar los saludos con otras tareas? A mí cuando era pequeño mis padres me enseñaron que siempre que entras o sales de un sitio hay que saludar y lo sigo haciendo. En la tele a veces me contestan, a veces no. Pero lo que no me gustaría es que decir ‘hola’ acabase incomodando a mi interlocutor. Sólo faltaría.

Cambiando un poco de tema... o no. ¿Habéis contado cuántas veces saludais a la misma persona a lo largo del día? Es eso de ir encontrándose por los pasillos y soltar expresiones como ‘ei’, ‘venga crack’, ‘hola’, ‘nos vemos más tarde’, ‘buenas’. Y es que hay gente a la que los silencios le incomodan mucho. Un conocido mío no podia evitar decir constantemente: ¿Y qué tal? Era como un tic. A la mínima pausa volvía a hacerte la misma pregunta: ¿Y qué tal? Pues igual que hace dos minutos. Nada ha cambiado. Lógicamente acabamos bautizándolo como el ‘Qué tal’.

¿A vosotros os gusta que os den los buenos días? ¿Saludais? ¿Os incomodan los silencios? A ver si me sacais de dudas. En el caso contrario tendré que ir a la recepción y preguntarlo directamente. Y claro pensarán que estoy un poco ‘loco’... o no. Punto y a parte.