Todo siempre puede ir a peor

A veces las cosas simplemente no funcionan. Lo que pasa es que uno puede tardar en darse cuenta de que siempre fue así, para bien o para mal. Ésta es una de las reflexiones que se desprenden de 'Un tipo serio', de Joel y Ethan Coen. A simple vista puede parecer una obra menor, pero es más profunda y trabajada de lo que parece. Es lo mejor que han hecho los padres de 'Fargo' (1996) en los últimos años.

Como reza lo que podríamos bautizar como el 'Principio de la Incertidumbre' no sabemos qué nos puede pasar mañana... ni incluso dentro de un rato. Y si no que se lo pregunten a Larry Gopnik, que ve como su vida se desmorona sin poder evitarlo. Los Gopnik son judíos -como los Coen- pero este hecho no es determinante en la película. En 'Un tipo serio' nos explican la historia de una familia en decadencia. Podría haber sido cristiana o de cualquier otra religión. Nada habría cambiado.

Lo que se cargan los Coen (que no dejan títere con cabeza, como siempre) es la institución familiar, la falta de valores y compromiso de la juventud y la religión en general. Por cierto, sensacionales los tres rabinos y la historia del dentista, contada por uno de ellos. No se salvan de la quema ni las empresas que venden discos por catálogo. El nihilismo de la pareja de Minneapolis no tiene límites.

'Un tipo serio' -el título no me acaba de cuadrar- es una tragicomedia negra, ciento por ciento Coen. Como es habitual, los diálogos están muy bien construídos y las interpretaciones son más que correctas, con Michael Stulhbarg (Larry) a la cabeza. Ambientada a finales de los 60, me ha parecido una película muy sobria y con un final sublime. La última escena, que nos anuncia que todo siempre puede ir a peor, es de matrícula de honor, en todos los sentidos. Altamente recomendable, sin duda.

SHERLOCK HOLMES

Lo mejor de 'Sherlock Holmes', de Guy Ritchie ('Snatch. Cerdos y diamantes', 2000), es la interpretación de Robert Downey Jr., Globo de Oro al mejor actor de comedia. No es una mala película, pero hay que tomársela como un divertimento. Dos horas de acción de la mano del famoso del detective, ahora convertido en casi un superhéroe. A su inseparable Watson le da vida Jude Law, más joven que el personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle.

La estética de la película es muy Ritchie, con algunos planos a cámara lenta y muchos fuegos artificiales. La versión que ha llevado a la pantalla el cineasta británico parte de un cómic y no de las novelas originales. Ha preferido los puñetazos y las explosiones a trabajar un poquito más el guión (más bien flojito) y los personajes, demasiado planos. A Irene Adler, la perdición de Holmes, la interpreta una guapísima Rachel McAdams. En resumen, una película para pasar un buen rato y ya está. Creo que no hay que pedirle nada más.

Buena semana a todas y a todos.