"Ciudad de los sueños" es la segunda entrega de la trilogía de Don Winslow (Nueva York, 1953) sobre la mafia de finales del siglo XX. Llega después de "Ciudad en llamas" y es igual o todavía más adictiva. El libro tiene 381 páginas, está traducido al castellano por Victoria Horrillo Ledesma y publicado por Harper Collins. El irlandés Danny Ryan vuelve a ser el protagonista central, acompañado por su hijo y por su padre.
Ryan, un antihéroe de manual, perdió la guerra contra los italianos en Providence y se ha dado a la fuga. Con su mujer muerta, quiere poner a salvo al pequeño Ian. Cuando antes mejor. Está claro que los Moretti no van a perdonarlo. También lo busca la policía y el FBI. Ahora migra hacia California, donde quiere empezar una nueva vida. Danny no se considera una mala persona. Solo ha matado para defenderse. Cuando era estrictamente necesario. Todo parece estar tranquilo hasta que Hollywood empieza a rodar una película basada en su pasado. Llegado este momento, la situación se complica y el irlandés empieza a reconstruir su imperio delictivo. Los Federales, con quien al final llega a un acuerdo, le da el empujón definitivo.
Una vez más, Winslow nos habla de lealtad, traición, honor y corrupción, que empieza a gestarse en los mismísimos pasillos del poder de Washington. Nadie está libre de culpa. También hay sitio para el amor. En el momento menos pensado, Danny se enamora de una estrella de cine que, como él, arrastra un pasado turbio. Y claro, para ambos es muy difícil, por no decir imposible, empezar de cero. "Ciudad de los sueños", en la que se cita una cuantas veces la "Eneida" de Virgilio, es un libro con mucho diálogo. Este recurso narrativo le da agilidad y mucho ritmo. Todo es muy visual, con unos personajes que parecen vivir para vengarse. Nadie está a salvo, por muy lejos que se marche. El conflicto entre facciones rivales es apasionante. Con ganas de saber cómo acabará todo.
Winslow también es el autor de la sensacional trilogía sobre el narcotráfico ("El poder del perro", "El cártel" y "La frontera"), con el agente de la DEA Art Keller -personaje catedralicio- al mando de las operaciones.
"La del Pacífico es una costa crepuscular.
El sol no sale sobre este océano, pero aun y así Danny Ryan se levanta al amanecer para ver como cambian el cielo y el agua a medida que las nubes cobran forma, se hace visible el mar y aparece el horizonte.
Es su hora favorita del día.
Las madrugadas son casi un ritual. Se levanta, enciende la tetera eléctrica y se lava los dientes mientras el agua se calienta. Luego vuelve a la cocinita, se prepara una taza de café instantáneo y se la bebe mientras se pone unos vaqueros y una sudadera con capucha. Mete la pistola en el bolsillo de la sudadera, sale de la caravana y cruza la carretera de la costa del Pacífico hasta la playa de Capistrano, donde se queda contemplando el amanecer".
@Jordi_Sanuy
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