Cosas: El laboratorio del alquimista

Ya he vuelto de Port Aventura. ¡Y sin ni un rasguño! Aunque hacerme daño habría sido un poco difícil, porque sólo subí a una atracción: el ‘Grand Canyon Rapids’ del ‘Far West’. Y claro, caerme al agua desde la barquita-flotador habría sido demasiado. ¡Ni que lo hubiera intentado! Lógicamente no subí al ‘Dragon Khan’ ni a la ‘Stampida’ ni al ‘Tomahawk’ ni, desde luego, al ‘Hurakan Kondor’: tres segundos de caída libre en los que recorres casi cien metros. La aceleración es mayor que la de un Fórmula 1. Con esto, queda dicho todo. Tuve suficiente con lo del toro maldito.

¿Qué he hecho en el parque? Pues pasear tranquilamente, porque en Vila-seca hacía un tiempo muy agradable, y asistir a unos cuantos espectaculos. 'Bubblebou' me sorprendió positivamente. Está ideado por Pep Bou, que lleva más de veinte años soplando y haciendo burbujas, aunque en Port Aventura quien actúa es uno de sus aventajados alumnos. El espectáculo nos acerca al laboratorio de un alquimista que nos sumerge en un sorprendente mundo de burbujas, de formas y colores diferentes, con una fuerza visual extraordinaria. Escenas de gran plasticidad, algunas casi a cámara lenta, que acaban con el artista dentro de una de sus propias pompas de jabón. Inigualable, sin dua.

También me gustó 'Aves del paraíso', en el que loros, guacamayos, cacatúas y otras especies similares exhiben su habilidades. Lo hacen a las órdenes de un 'showman' con mucho sentido del humor. Otro acierto de los programadores. Además, aproveché para hacerme fotos con algunos de los personajes de Universal Port Aventura, como Popeye, Betty Boop, Shrek, Fiona o el mismísimo Woody Woodpecker. Por cierto, metí una pelotita en una lechera de metal y gané un Woody que hace más de un metro. Creo que no volvería a lograrlo ni probándolo cien veces más. Cuestión de suerte.