Paranoia 68: Amor en llamas

Él le había querido a ella como a nada en el mundo. Ella le había querido a él más que a sí misma. Aún y así, los dos tenían claro que no podían seguir juntos ni un segundo más. El suyo era un amor destructor. Se estaban haciendo demasiado daño. Su relación ya hacía tiempo que se había convertido en un volcán en constante erupción. La lava se lo estaba comiendo todo, incluída su integridad… y esto es lo único que no se puede perder nunca. Del amor sin límites que les había unido una noche de abril sólo quedaba el recuerdo y muchas cenizas.

Matt y Valery decidieron dejarlo. Era un acto de madurez, la misma que les había faltado en los últimos tiempos. Ambos sabían que sería difícil recuperarse de las quemadas que llenaban su piel, de la sequedad de garganta, del olor a humo. Pero eso era lo de menos. ¿No dicen que el tiempo lo cura todo? Ahora lo importante era huir uno del otro, apagar el fuego que les envolvía y recomponerse. Después de tantas batallas, se había acabado la guerra. Como ocurre en estos casos, no había ganador; sólo dos perdedores y ambos necesitaban descanso… el descanso del guerrero.

Después de un tiempo anonadado, sin saber quién era ni dónde estaba, Matt decidió quedarse con lo mejor de su tumultuosa relación con Valery. Pensó en todo lo que pasó a su lado, como aquel día en el que fueron a pescar al lago. O en aquel otro en el que recorrieron las calles de Tolouse en un tándem, pedaleando al unísono, como si fueran dos en vez de uno. Poco a poco, Matt se fue aireando por dentro hasta recuperar una aparente normalidad. Las cicatrices de las quemadas no desaparecerían nunca, pero ya estaban bastante disimuladas en su morena piel.

Valery eligió un camino muy diferente al de Matt. Intentó ser feliz con otro casi desde el segundo después de dejarlo con él. Quería regalar su amor estrangulado y que alguien le regalara el suyo. Joe llegó en un mal momento, sin duda. Se entregó a ella con todas sus fuerzas, pero Valery no podía ni quería olvidar a Matt. Había pasado tanto tiempo a su lado, que vivir sin él se le hacía demasiado extraño. Pero no había marcha atrás. Ella lo sabía. Matt ni se lo planteaba ahora ni se lo plantearía nunca jamás. Su relación con Valery estaba archivada en un compartimento de su cerebro del que no volvería a salir. Segundas partes nunca fueron buenas.

Llegó el día en el que Matt se dio cuenta de que estaba preparado para volver a amar. No buscaba a nadie pero, llegado el momento, creía que podría empezar de cero. Mientras tanto, Valery seguía buscando a alguien que le hiciera feliz; sin olvidar a Matt y claro está, sin encontrar su centro. A este paso, la lista de de Joes, de sucedáneos de Matt, de aspirantes a sustitutos, puede acabar siendo más larga que la historia interminable. O no?